Pobre Mercedes. Todavía recordaba la escena de la noche anterior. Juan, Isabel, Jose María, Ángela y Arturo riéndose de la pobre Mercedes. Cuando llegué al salón, ya todos estaban reunidos. Bueno, casi todos. Mercedes no estaba. Tampoco estaba Javier. Isabel se pavoneaba delante de todos. Afirmaba haberse acostado con Javier aquella misma noche. Yo tenía un inmenso sentimiento de lástima y pena por Mercedes. Si lo que contaba Isabel era cierto, a Mercedes se le rompería el corazón. Entonces, apareció Mercedes, saliendo de una habitación. Tenía profundas ojeras. Pobrecilla. Seguramente no había dormido aquella noche. Isabel, no contenta con la escena de la noche anterior, quiso ir más allá.
- Hola, Mercedes. ¿Cómo has pasado la noche?
Sin embargo, era una pregunta retórica. No esperaba respuesta de Mercedes, como así fue.
- Siento comunicarte que anoche Javier y yo acabamos besándonos....y más detalles que no puedo contarte por lo frágil que debes de encontrarte en estos momentos. Sé que a ti te gusta y lo estarás pasando fatal... Yo por una amiga puedo decirle que lo nuestro se acabó. Le voy a romper el corazón....¡ah! Espera, ¡pero no eres mi amiga! No tengo porqué hacerlo.
Yo miré a Mercedes de reojo, pero, increíblemente, creí ver en sus labios una sonrisa.
Entonces, sucedió lo que nadie, ni incluso yo, esperaba.