La irrealidad de la mente

Debería vivir su vida.
Ella cree que es miserable.
Pero siempre ha tenido el poder de cambiarlo todo.
De hacer de su vida una aventura sin fin.
Se despidió de esa fantasía.
De ese personaje irreal de su mente.
Le dijo adiós a su amor.
Lloró como nunca lo hizo.
Le había cogido cariño.
Le amaba.
Tantos años enamorada de ese chico.
Ese muchacho que le había acompañado durante tantos años.

Como un cristal

Me siento como un cristal.
Tal fácil de romper.
Frágil.
Qué sencillo sería
Destruirme ahora mismo.

¿Quién soy?

A veces no sé quién soy.
Me miro al espejo y veo a una completa desconocida.
No me conozco a mí misma.
Ni mis ojos marrones, los cuales se vuelven verdes si están demasiado expuestos a la luz del sol veraniego.
Ni mi boca, ni la forma de mi rostro.
Ni mi oscuro cabello, ni mis manos pálidas.
Ni siquiera la ropa que me pongo.
No reconozco mi forma de pensar o actuar.
Los pensamientos que tengo sobre los demás.
O mis propios sentimientos.
Pero entonces llegas tú.

Y todo vuelve a cobrar sentido.

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Impasible ante el peligro

No se me quita de la cabeza esa imagen
Un tren a velocidad de vértigo dirigiéndose a mí
Rígido, rápido y furioso.
Quiero apartarme, salvar mi vida.
Echarme a un lado para no sentir su abrazo mortal.
Lo intento con todo mi ser
Pero mis piernas entumecidas no responden.
Como si aquel no fuese mi cuerpo.
Como si yo sólo fuera un mero testigo.
Viendo el espanto a través de otros ojos.
Unos ojos que pertenecen a esa persona
Que no quiere moverse.
Que está esperando abrazar ese tren.


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La edad no perdona

¿Lo recuerdas? Recordarás que te lo contaba cuando eras algo más mayor, ¿verdad que sí? ¿Verdad que te acuerdas? Tú habías nacido apenas un par de meses. En tan inocente edad y con tan poco tiempo de vida yo te llevaba cogida, ayudándome del costado. Tan sólo era una zagala de 11 años. Tan pequeñita, eras tan guapa. Esos enormes ojos llenos de vida, deseosos de disfrutar con alegría de la gran aventura que tenías por delante...

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Dos nombres grabados en el aire

Dos nombres grabados.
¿Dónde habrán quedado?
Tal vez empezaron con un amor.
O con una amistad.
Puede que con una relación familiar.
¿Dónde habrán quedado?
¿Qué recorrido habrá llevado?
Una persona consigo los llevó.
Tal vez no.
En el olvido quedaron.
Tirados en el vacío.
Habiéndose roto
Esa unión.
¿Dónde habrán quedado?

Cruce de destinos. Capítulo 12

—  ¿Y por qué no vamos a unas casas rurales? — preguntó Sara un día.

— Porque la última vez fue terrible para Sergio. ¿Quieres que te lo recuerde? — se ofreció Aarón — Su novia, o medio-novia, o rollete o como él la llamara le puso los cuernos con su hermano.

— ¿Acaso es eso un motivo para no repetir? ¡No siempre le va a pasar lo mismo! ¿Verdad que no, Sergio? Ahora está con Elena, nada puede salir mal. Porque ella parece una buena chica, no como la otra que ya se veía venir.

Sergio se encogió de hombros. Se preguntó cómo reaccionaría Elena cuando le propusiera ir a unas casas rurales cuando tan sólo hacía un par de semanas que ella había accedido a conocerle más profundamente y habían traspasado la línea de la amistad. Sonrió hacia sus adentros, ilusionado. No, aquella vez no pasaría lo mismo que la anterior.