4/9/16

Prefacio: El Ángel del Mundo Oscuro I



Nunca olvidamos todo aquello que vivimos. 
Nuestros recuerdos son nuestros y nadie nos los puede arrebatar. Permanecerán en nuestra mente hasta el fin de nuestros días. Algunos se olvidan, quedan ocultos, pero tarde o temprano saldrán a la superficie junto con el resto. No se evaporan simplemente, siguen ahí. Esperando brotar en cualquier momento. Recuerdos que llevaban años escondidos, arrinconados en algún lugar oscuro y deshabitado de nuestras mentes.
¿Quién eres sin tus recuerdos? Nadie, salvo otra persona con la que no te asemejas. Los recuerdos forman parte de quienes somos; igual que nuestros sentimientos. Son únicos y propios, fluyen con libertad sin nuestro consentimiento. Unas veces, para mal, otras para bien. Pero no se pueden evitar. Nadie puede obligarnos a sentir algo que no sentimos; de igual manera no podemos evadir nuestras emociones ni deseándolo.  
Existen sentimientos que nos duelen como un puñal clavado en el corazón, sangrando a borbotones. Otros sentimientos te hacen sentir en la cima del mundo, viendo a los demás como hormigas en un mundo injusto, pero pareciéndote perfecto con la persona amada a tu lado.


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