2/12/16

El bollo con mantequilla

─ ¿Tienes hambre?

─ Eso no te incumbe ─ le contesté con desprecio.

─ Cierto. Pero escucho desde aquí cómo rugen tus tripas. Parece que tuvieran un alien dentro.

Y llevaba razón. Tenía mucha, muchísima hambre.

─ Te invito a merendar. ¿Qué te parece? Todo cuanto desees. ¿Qué es lo que te gusta y nunca has probado? Porque no habrás probado muchos de los dulces que tengo en mente. ¿Te apetecen los donuts? Conozco una tienda donde tienen un escaparate lleno, de todos los sabores y colores. ¿Y un trozo de pizza? Al lado hay un bar que tiene trozos extragrandes y de muchas variedades. ¿Un helado? ¿Una hamburguesa? ¿Chocolate? ¿Gofres?

La boca se me hacía agua. ¡No había probado nada de todo eso! Los bollos con mantequilla me parecían más sosos que nunca. Sólo había llegado a probar la pizza, pero solía ser un trozo de pan cuadrado y duro con un poco de tomate frito y jamón york por encima. Tampoco había probado muchos helados, sólo el de vainilla que era el que daban cuando ganabas un premio en las competiciones de carreras de sacos que se hacían cada verano.Jesús me miraba de forma intensa, esperando impaciente mi respuesta. No le conocía. ¿Cómo aceptar algo de él? ¡Debía haber alguna intención oculta tras de aquello! ¡No! ¡Ni hablar! ¡Cogería mi mochila y volvería al orfanato a comerme un bollo con mantequilla!

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