No encuentro mi teléfono móvil.
No lo encuentro por ningún sitio.
Desgraciadamente, los móviles que encuentro son los antiguos.
Los que deseché hace ya varios años.
¿Pero y el actual?
¿Dónde demonios está?
Tengo que decirles a mis padres que se vayan sin mí.
Porque yo no puedo irme sin mi teléfono móvil.
Esperaba una llamada importante.
Mi hermano está adormecido.
No se entera de mis gritos cuando descubro a una niña extraña.
Parece inofensiva.
Tendrá entre diez y doce años.
Tiene los ojos azules como el mar y el pelo azabache.
¿Cómo ha entrado en casa?
¿Por qué mi hermano no se entera de mis gritos?
Debería haberse despertado.
La niña se ríe.
La niña me explica que quiere estar conmigo.
Que el que mi hermano está dormido es por ella.
No se va a despertar.
Aunque se ríe y parece encantadora, sus palabras me dan miedo.
¿Cómo ha dicho?
Corro hacia su habitación.
No se mueve, no respira.
Corro hacia la habitación de mis padres.
Siendo la hora que es ya deberían haberse ido.
No reaccionan cuando los zarandeo.
Gritándoles con lágrimas cubriendo mi cara.
Escucho una risa infantil.
La niña sigue detrás de mí, sonriéndome.
Después de aquella noche la niña aparece y desaparece como por arte de magia. Me encuentra todas las noches, no importa en qué lugar me encuentro yo.
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31/7/17
24/7/17
No tiene precio
No tiene precio.
No.
No tiene precio sentarse en el duro pero reconfortante suelo de la terraza
Leyendo un buen libro de tu autor favorito
Mientras la brisa cálida del atardecer un día cualquiera te acaricia la cara.
El campanario de la iglesia a lo lejos con sus campanas deseosas de tañer.
Las farolas hambrientas de luz.
Los molinos moviendo veloces en sus aspas.
Las ventanas emanan esa luz que es propia del calor familiar.
Los tejados lúgubres que se tragan la oscuridad previas a la noche.
Los ruidos de los niños quienes ya han terminado sus obligaciones y se limitan a jugar en la calle.
Las cigarras cantando su canción.
Un perro ladrando con ganas de jugar.
Un coche corriendo furioso con la música a un volumen considerado demasiado elevado.
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12/7/17
La extraña puerta que lleva hacia un extraño lugar
Aquella extraña puerta me llevó hacia un bosque. Un pequeño camino de velas, las cuales se me antojaron guardianes flanqueando mi paso, fue dirigiendo mis pies. El suelo estaba cubierto de tierra y hojas y al final de aquel túnel boscoso diferencié una luz de entre la frondosidad del mismo. Había llegado a un claro del bosque de lo más peculiar, cuyo exterior era oscuro y tenebroso. Sin embargo, aquel pequeño espacio estaba lleno de luz. Un árbol, cuyos troncos y ramas se entremezclaban unas con otras formando una espiral al cielo, estaba recubierto de pequeñas flores. También distinguí unas ruinas compuestas por arcos de piedra y un enorme pozo, cuya desgastada cuerda de hiletes sueltos, estaba a merced del viento. Sus ladrillos pedregosos se mostraban oscurecidos y desgastados por la erosión y el paso del tiempo. Completamente ennegrecidos y cubiertos de hiedras y enredaderas que parecían enroscarse como serpientes a su alrededor. Muchos árboles desnudos de hojas y sin vida, se mostraban como simples esqueletos de la primavera. Un pequeño riachuelo, desnivelado por culpa de una plataforma de pequeñas y aplanadas rocas, pasaba justo al lado de aquel majestuoso lugar. Lo que más me impactó fue que, en uno de los árboles, el único que se hallaba cubierto de hojas, en vez de frutos, colgaban de él lucecitas de colores. Aquel elemento parecía dar un aire bohemio y bastante acogedor al lugar. Lo convertía en un cuadro surrealista.
3/7/17
Como pollos
Estoy sudando como un pollo.
Los pollos no sudan.
Cuando los metes en el horno, sí.
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Los pollos no sudan.
Cuando los metes en el horno, sí.
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