12/7/17

La extraña puerta que lleva hacia un extraño lugar

Aquella extraña puerta me llevó hacia un bosque. Un pequeño camino de velas, las cuales se me antojaron guardianes flanqueando mi paso, fue dirigiendo mis pies. El suelo estaba cubierto de tierra y hojas y al final de aquel túnel boscoso diferencié una luz de entre la frondosidad del mismo. Había llegado a un claro del bosque de lo más peculiar, cuyo exterior era oscuro y tenebroso. Sin embargo, aquel pequeño espacio estaba lleno de luz. Un árbol, cuyos troncos y ramas se entremezclaban unas con otras formando una espiral al cielo, estaba recubierto de pequeñas flores. También distinguí unas ruinas compuestas por arcos de piedra y un enorme pozo, cuya desgastada cuerda de hiletes sueltos, estaba a merced del viento. Sus ladrillos pedregosos se mostraban oscurecidos y desgastados por la erosión y el paso del tiempo. Completamente ennegrecidos y cubiertos de hiedras y enredaderas que parecían enroscarse como serpientes a su alrededor. Muchos árboles desnudos de hojas y sin vida, se mostraban como simples esqueletos de la primavera. Un pequeño riachuelo, desnivelado por culpa de una plataforma de pequeñas y aplanadas rocas, pasaba justo al lado de aquel majestuoso lugar. Lo que más me impactó fue que, en uno de los árboles, el único que se hallaba cubierto de hojas, en vez de frutos, colgaban de él lucecitas de colores. Aquel elemento parecía dar un aire bohemio y bastante acogedor al lugar. Lo convertía en un cuadro surrealista.
El silencio de aquel lugar era aterrador, pero lo fue aún más cuando sentí unas pisadas. Me quedé petrificada cuando me di la vuelta. Era un hombre, aunque más que eso, un mastodonte. Iba rapado y sus músculos enormes, casi deformes, me inspiraron bastante miedo. Sin duda, era un señor del mal, un sirviente de Uriel. Debía de sacarme como unas dos cabezas, si no eran más, y casi el doble de ancho. Soltó un grito desgarrador que me heló la sangre en lo más profundo del pecho. Enseñó unos enormes dientes, que se me antojaron como los de los lobos de los documentales que nos enseñaban en el convento. Cuando comenzó a moverse, yo no podía más que pensar que estaba más cerca de parecerse a un animal salvaje que a un ser humano. Parecía volverse loco con sus desconcertantes e inesperados movimientos. A juzgar por sus acciones, no me atacaba, supuse que sólo se trataba de una técnica de distracción. Caí al suelo como consecuencia del inesperado impacto. No le había visto venir. Me sentía inconsciente, como si yo no estuviera allí ni formara parte de aquella pelea. Mi mente ausente se encontraba a miles de kilómetros de allí. Me arrastré como pude, hincando los dedos en la tierra y las hojas, esperando poder levantarme de un impulso. Cuando por fin me levanté, el tipo dio una voltereta en el aire, acercándose nuevamente, con una rapidez impresionante en las piernas. Sus pies parecían no tocar el suelo y se contoneaba hacia un lado y otro, en un intento por distraerme de nuevo.

¡Maldita sea, Isobel! Eres la hija de un demonio, puedes hacerlo mejor.

Lee aquí de forma gratuita la historia completa en PDF u online.


No copies. Todos los textos de mi blog están registrados en SafeCreative.

No hay comentarios:

Publicar un comentario