Modelo y cantante: Raquel González Córcoles. Videoclip al terminar la entrada. |
<<No hay día que no piense en Andrea. Todavía recuerdo con claridad como su padre llamaba furioso a la puerta de mi casa y me la arrebató de entre mis brazos. Como enrojecí de ira cuando, al verla desnuda, tapada únicamente con una fina sábana, plasmó la enorme palma de su mano en la cara de su propia hija. Y también recuerdo como, entre lágrimas, su padre la obligó a soltarse de mi mano. Hace ya tres años que no sé nada de ella. La amo y siempre la amaré, pero no puedo esperar eternamente, aunque tampoco me veo con ánimos de enamorarme de nuevo. Ése es el motivo por el que voy saltando de una mujer a otra. He fantaseado, incluso, que todas esas chicas de una noche eran ella. O que apareciese por la puerta, con sus cabellos rubios y sus ojos brillantes>>.
Cristina se sintió confusa ante aquellas palabras. ¿Qué significaba aquello? ¿Que si un día volvía Andrea ella no sería nada? Sin embargo, él le sonrió dulcemente y dejó sus preocupaciones a un lado.
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Cristina se sintió aturdida y dolorida cuando vio a Miguel besar a Andrea, la novia que le habían arrebatado. Se acercó a la playa con los ojos abnegados en lágrimas. El atardecer estaba precioso con el sol poniente. El cielo parecía pintado como un lienzo, en colores anaranjados, con una débil chispa amarillenta proveniente de los rayos del sol escondiéndose y una gran mancha de color oscuro amenazando con tapar todo aquello de negro, preparándolo para la llegada de la luna.
Aquel paisaje no era digno de contemplar en solitario. Había temido que Andrea apareciera de nuevo, a pesar de ser una posibilidad remota. Le había costado un par de años conseguir una pizca de felicidad.
Se sentó en la arena, sola, y abrió el bolso donde llevaba una foto de él. Anticipó lo que ocurriría a continuación y supo que era inevitable. Sus lágrimas volvieron a aflorar, saliendo a la superficie. Se sintió patética y ridícula. Se había enamorado de un hombre cuyo corazón no le pertenecía, y que había estado a infinitos kilómetros de ella.
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Mientras se hallaba en la playa, los recuerdos se agolparon en la mente de Cristina, saturándola. Se
acordaba de todo, pero aquellos pedacitos de su vida juntos pasaban demasiado rápido, no pudiendo verlos con claridad. Se le antojaron como una presentación de diapositivas que fluía demasiado deprisa. Entonces, recordó el regalo que todavía se hallaba en el armario de la habitación. Había imprimido varias fotos de ellos dos, mostrando la cara feliz de su relación ya rota. Y lo peor de todo.... ¡había una carta! Dios mío, ¿cómo podía haberlo olvidado? Había una carta donde ella confesaba todos sus sentimientos y planes de futuro con él. Todo cuanto él significaba para ella. Debía volver y coger aquel regalo. Las fotos y la carta se hallaban en una caja, junto con una camiseta de rock para la cual había ahorrado muchísimo y un muñeco de fieltro hecho a mano. No le importaba dejarle en el armario la camiseta y el muñeco, podían ser los últimos regalos que le demostraran su amor sincero. Pero no podía permitir que él viera las fotos y mucho menos la carta. Se sentía patética.
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Miguel buscó sus zapatillas a tientas en el armario. Necesitaba urgentemente encontrar a Cristina. ¡Dios mío! ¿Qué acababa de hacer? ¡Había besado a Andrea delante de Cristina! No quería ni imaginar el estado en que se encontraba su novia. Una angustia enorme le recorría el cuerpo. Su corazón parecía a punto de estallar.
Entonces, encontró algo en el armario.
No eran sus zapatillas.
Era una caja a rayas azules y negras. De cartón resistente, con esquinas metálicas. Como si se tratase de un baúl. Sobre su tapa se hallaba una tarjeta de felicitación hecha a mano, realmente impresionante. La leyó:
"Feliz 26 Cumpleaños, Miguel".
Joder. Su cumpleaños. Lo había olvidado por completo. Era dentro de dos días.
Sabía que no debía hacerlo pero, dados los hechos, lo hizo. Abrió la caja y se encontró con la sorpresa. Una camiseta de rock, un muñeco de fieltro, muchas fotos de ellos dos juntos y un papel doblado en numerosas ocasiones. No le tardó más de dos segundos entender que se trataba de una carta. La desdobló cuidadosamente y comenzó a leer:
"Feliz Cumpleaños, grandullón. ¿Qué creías? ¿Que se me había olvidado? Ya has visto que no. Me costó mucho colar el paquete en el fondo del armario para que no lo vieras. Bueno, espero que te guste la camiseta. Pruébatela, necesito saber que es tu talla, ya que me ha costado un pastón. El muñeco de fieltro no es gran cosa, pero espero que te guste. Y esta carta es para confesarte todas esas cosas que nunca he sido capaz. Sé que sólo llevamos seis meses juntos, pero para mí han sido los más felices de toda mi vida. Nadie me ha tratado de la forma que tú lo has hecho. En sólo unos meses ya me veo siendo feliz durante toda mi vida a tu lado. Ya sabes que yo soy muy anticuada en el mundo del amor, que sigo creyendo que cada princesa tiene que esperar a su príncipe azul. Tal vez tú seas el mío. Realmente espero que sí. Te quiero con locura y... (allá, va): Estoy enamorada de ti. Pues sí, ya lo he dicho. No creo que nada ni nadie me haga dejar de sentir lo que siento por ti, y espero que tú siempre sientas lo mismo que yo. Ahora que estamos juntos y tengo la suficiente confianza para contarte todo lo que quiera, puedo confesarte algo. Desde el primer momento me sentí recelosa de conocerte porque siempre te he considerado superior a mí en todos los sentidos. Jamás he entendido que verías en mí en su momento y sigo sin entender qué me ves ahora. Me alegro de que tú no te sientas superior a mí porque entonces no estaríamos juntos. En unos aspectos somos idénticos, en otros diferentes. Pero cuando estamos juntos somos un tándem perfecto, perfectamente compatibles. Mi media naranja. Mi todo. Cuando estoy junto a ti no puedo sentir mayor dicha. Me siento segura, apoyada, querida... No creo que nunca haya tenido esos sentimientos tan positivos. Creo que te vas a hartar de leer esto. Ya sabes que yo puedo escribir y escribir por horas. Feliz cumpleaños de nuevo, Miguel."
Miguel no pudo evitar sentirse sobrecogido por aquella declaración. Cristina había plasmado todos sus sentimientos en aquella carta y seguramente sentiría en aquellos momentos que él los había tirado por la borda.
Sacó una por una, todas las fotos.
En carnaval. Ella vestida de hippy y él vestido del rey del rock.
En una feria medieval. Estaban dándose un romántico beso a la luz de la luna, como si no fuesen conscientes de la foto se estaba produciendo en aquellos momentos.
Haciendo el idiota. Sujetaban un pájaro de peluche, amarillo y naranja, mientras llevaban pegados unos paquetes de chicles en sendas frentes.
En el cine. Con las gafas 3D, justo antes de que empezara la película.
Posando abrazados a un muñeco gigante delante de una tienda de regalos.
Miguel no se había dado cuenta de cuándo había empezado a llorar. La angustia volvió a apoderarse de él, ésta vez con mucha más fuerza. Qué momentos tan felices había pasado junto a Cristina. Claro que él también la amaba. Era imposible no hacerlo. Ella lo era todo. Era perfecta. Se reían juntos con las bromas estúpidas de ambos. Cristina era cariñosa, generosa, compasiva... una perfecta compañera.
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—¿Estás bien? — se dio la vuelta. Era una chica morena, con el pelo corto. Llevaba pantalones cortos y sandalias. Un poncho de tela fina le cubría el pecho y los brazos. Se llamaba Teresa. Parecía simpática, pero no pudo contestarle.
—¿Te encuentras bien? ¿Te ha pasado algo malo? — parecía preocupada.
Seguramente oyó su respiración entrecortada y eso la alteró. Que sus ojos derramaran lágrimas no eran de mucha ayuda.
—Estoy bien — pero Teresa se sentó a su lado.
—Déjame que adivine: es por un chico — fue un tono muy confidencial. Cristina la miró fijamente, cómo podía haber dado en el clavo tan rápidamente.
—Me dejaron hace muy poco, por eso lo he supuesto.
—Lo siento — contestó Cristina.
—No te preocupes, lo estoy superando…creo.
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Llegó a la habitación e hizo su maleta. Y sentía que algo se le olvidaba. Le dolía el alma, pero pediría a Elena dormir con ella y que Sergio se trasladara con Miguel…en caso de que no prefiriese dormir con su antigua novia. Oyó cómo alguien tocaba la puerta de la habitación y entraba. Se dio la vuelta para enfrentarse a quien quiera que fuese…y se encontró con la bella Andrea.
—Lo siento, Cristina.
—¿Qué derecho tienes a llamarme por mi nombre?
—Ninguno. Mira, no te preocupes, no voy a arrebatártelo.
—Ya lo has hecho. Siempre lo has hecho. Cuando te ha visto, le ha aparecido un brillo especial en sus ojos y una sonrisa deslumbrante se pintó en su estúpido rostro. ¡Te ama!
—No, te ama a ti — la cortó ella. ¿Estaba burlándose de ella? ¿Cómo podía decirle aquello sabiendo que ni un pequeño ápice de aquella barbaridad era cierta?
—Cristina — escuchó Cristina a Miguel decir aquello mientras entraba a la habitación. En la mano llevaba un papel doblado que Cristina reconoció muy bien. ¡De aquello era de lo que se había olvidado! Se quedó paralizada.
—Os dejaré solos — susurró Andrea. Mejor así. De esa forma no la vería mostrando su parte más vulnerable. Ella siguió mirando la carta.
Por favor, por favor. Que no la haya leído, pensaba Cristina.
Miguel se dio cuenta de qué dirección tomaba la mirada de Cristina. Ambos miraron la carta.
—Dime que no la has leído.
Aún no me fío de ti, quiso decir. Pero no lo hizo. Al fin y al cabo, hacía un rato le acababa de ver besándose con tu amor perdido y reencontrado.
A ella le intimidó su penetrante mirada.
- ¿Qué pasa si te digo que SÍ la he leído? - preguntó dubitativo.
El mundo se le vino encima a Cristina.
Miguel se había besado con su antigua novia mientras ella, absolutamente patética, había dejado olvidada una carta en el fondo del armario, declarándole su amor. Y en ese momento, él la tenía en su mano y la había leído.
Qué idiota se sentía.
—Mira, Cristina. No sé exactamente qué es lo que sentí en el momento en que vi a Andrea. ¡Te lo juro! ¡Maldita sea! Creí que jamás la vería. He sentido mi corazón dividido durante todos estos años. La tenía idealizada; me he dado cuenta de que mi amor por ella ha ido disminuyendo con el tiempo. Hace poco que te conozco, pero estoy muy ilusionado contigo. Sé que te ha dolido, pero besarla ha sido tan sólo un impulso involuntario.
Entonces, ambos se miraron y se fundieron en un cálido beso.
MODELO Y CANTANTE: RAQUEL GONZÁLEZ CÓRCOLES
Mira y escucha su videoclip AQUÍ.
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