Valentina sacó las llaves de su bolsillo y entró ilusionada en el piso después de haber ido de compras, esperando encontrarse con Aarón. Ya debía haber vuelto del trabajo. Deseaba hablar con él, tenían que dejar claros un par de puntos. Parecía que su "no relación" — no todavía — iba viento en popa. Aún no habían hablado sobre ellos en sí, pero creía ver en sus ojos el reflejo de las mismas mariposas que sentía ella revoloteando en su estómago.
Sin embargo, no estaba preparada para lo que iba a presenciar. Todo su mundo se derrumbó cuando desenmascaró el secreto de Aarón: sus labios pertenecían a otra mujer. Permanecía ajeno a su semblante inexpresivo. Tan abstraídos estaban tanto él como la muchacha desconocida que no se percataron del sonido que hizo la puerta al abrirse ni de cuando anteriormente ella introdujo la llave en la cerradura. Valentina sintió cómo sus ojos se fundían y se convertían en líquido. La hermosa muchacha se percató de su presencia y se separó de Aarón. Seguidamente, él miró a Valentina, completamente abochornado.
— Ah, no quería molestar. Puedo irme de nuevo — musitó Valentina con voz entrecortada cuando sintió los ojos inquisitivos de la advenediza muchacha.
— ¿Quién es, Aarón? — preguntó recelosa. En su tono brillaban los celos y la incertidumbre. Nada peor que una muchacha guapa para despertar a la fiera que una mujer puede llevar dentro de sus entrañas.
— Es Valentina, mi... prima — mintió Aarón. La voz le falló con la última palabra.
¿Prima?, pensó Valentina.
— De la que te hablé. La que vivía en Londres.
Valentina sintió una derrota que la amenazaba con aplastarla sin piedad.
— ¡¡Ahh, sí!! Ya lo recuerdo. Encantada de conocerte. Me llamo Sara — dijo, acercándose a Valentina y dándole dos besos en las mejillas efusivamente. Necesitaba, literalmente, largarse de allí. Cabía la posibilidad de encerrarse en la habitación de invitados — que ahora, en teoría, le parecía perfecta— , pero temía que la acosaran a preguntas, así como la mirada esquiva de Aarón — Quédate, no te preocupes. No te vamos a incomodar. ¿Pero, estás durmiendo aquí, con Aarón? — preguntó, escéptica.
— No te preocupes — contestó Valentina rápidamente. Increíblemente veloz para el estado de aturdimiento en que se encontraba —. Simplemente soy su prima. Estoy en la habitación de invitados. Aparte, esto es sólo temporal.
Echó un rápido vistazo a Aarón. Estaba en estado de shock y no se atrevía a mirarla. Un punto fijo del suelo parecía tener toda su atención. Por otra parte, Sara pareció relajarse.
— Tenía intención de hacer un par de recados más, sólo voy a dejar estas bolsas. Os permitiré que tengáis un poco de intimidad.
— Gracias — dijo Sara entusiasmada —. Estaba en un viaje familiar y acabo de llegar. Me apetece mucho recuperar el tiempo perdido con tu primo. No sé si me entiendes — y se echó a reír.
Valentina intentó sonreír también. Pero más que una sonrisa, le salió una mueca.
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