5/7/16

Cruce de destinos. Capítulo 9


— Tengo que cogerlo. Está preocupada por ti — la informó Aarón. Sara respondió al primer timbrazo.

— ¡¡Aarón!! ¿Dónde estás? ¿Te ha cogido el teléfono o la has encontrado? — parecía alarmada. A Valentina le pareció chocante la situación. La chica a la que envidiaba estaba preocupada por ella.

— Sí, la acabo de encontrar en la playa — la tranquilizó Aarón —. Justo ahora te iba a llamar.

— Oh, gracias a Dios — la escuchó decir —. Vale, de acuerdo. Ya me quedo más tranquila. El caso es que tu prima esté sana y salva.

— Sí, está perfectamente. Te veré luego — mintió. Claro que era mentira. No como una casa, no. Como una catedral. Valentina estaba lejos de estar bien, pero si se refería a físicamente, ahí no le había mentido.

Aarón y Sara terminaron su conversación telefónica y él miró a los ojos a Valentina. Él vio en ella sus ojos vacíos y transparentes.

— No debería haberte besado — musitó, mostrándose arrepentido —. No sé qué ha pasado.

— Que sentías pena de mí — susurró compungida.

— No, eso no es cierto — pareció molesto —. Simplemente, creo... creo que entre tú y yo siempre ha habido una historia especial, Valentina. Y estaba realmente preocupado por ti. No sabía si te había pasado algo malo o si estabas tan enfadada conmigo que no pensabas volver.

— Tengo mis cosas en tu piso. Tarde o temprano iba a tener que volver. Además, no tengo otro sitio en el que caerme muerta.

— Sí, supongo...

— ¿Por qué no me dijiste que tenías novia?

— No salió el tema — musitó. Aarón alejó su mirada de Valentina. Aquello no tenía ni pies ni cabeza.

— ¡Me besaste! Creo que es razón suficiente. Dime la verdad — insistió Valentina.

— De acuerdo — aceptó él —. No quise decírtelo porque quería ver cómo reaccionabas ante mí. Quería ver si aún sentías algo. Cuando te fuiste a Londres aún eras muy pequeña y esos sentimientos podrían haber cambiado.

Valentina se sintió cómo si hubiesen atravesado su pecho con un carámbano de hielo.

— ¿Era un experimento? Ya veo lo que soy para ti. ¿Soy una cobaya de laboratorio? ¿Qué más podía darte a ti lo que yo sintiera si tú tienes novia? ¿Qué...

El teléfono móvil de Aarón volvió a sonar. Era Sara de nuevo.

— ¿Aarón? ¿Dónde demonios estáis?

— Siento mucho la tardanza, Sara. Voy de camino — después, colgó. Se dirigió a Valentina, pero no estaba. Ella ya se estaba alejando más todavía de la playa —. ¡Espera!

— ¡Déjame en paz! — gritó ella, reprimiendo las lágrimas. Aarón pudo ver cuánto le dolía.

— Permíteme que te lo explique — le suplicó.

— ¡NO! — gritó Valentina nuevamente.

Aarón quedó impactado con la obstinación de ella.

— Por favor... — suplicó él.

— Tu novia te espera en casa. Es mejor que no la hagas esperar más o te volverá a llamar.

Él no quiso presionarla más y caminaron en silencio hasta llegar al piso de él. Ya se lo explicaría en otro momento. Cuando vieron a Sara, ésta se abalanzó sobre Valentina, dándole un enorme abrazo y colmándola de besos. Después, Sara le dio un beso en los labios a Aarón que no pasó desapercibido para Valentina. Entonces, Sara hizo una pregunta para la que ninguno de ellos estaba preparado a responder:

— ¿Qué ha ocurrido?

Aarón y Valentina se miraron de reojo. Ambos sabían que Valentina podría destruir su relación con Sara en un segundo, si le contaba la verdad. Pero no fue así. Ella le amaba demasiado como para intentar destrozar su vida. Recurrió a su don para contar mentiras improvisadas. Lo había aprendido del internado.

— Soy nueva y me perdí. Comencé a dar vueltas y más vueltas. Llamé a Aarón por teléfono pero no tenía cobertura. Me moví de un sitio para otro, buscando cobertura pero no hubo forma. Entonces, llegué a la playa y... ahí me quedé. Por una parte pensando en cómo volver y por otra parte, fascinada y embobada con la belleza de la playa. En Londres no vi la playa ni una sola vez. Siempre estaba encerrada en el internado.

Aarón quedó fascinado por la mentira de Valentina. Y Sara también. La diferencia recaía en que Aarón sabía que era tal y su novia cayó en la trampa como una mosca.

— Seguro que te estás sintiendo fuera de lugar — Sara la miró con pena.

— Sí — contestó Valentina. Sara no tenía ni idea de hasta qué punto era cierto aquello.

— ¿Sabes? Si tanto te gusta la playa podríamos ir planeando escapaditas. Se acerca el calor. ¿Sabes nadar?

Valentina asintió con la cabeza.

— ¡Pues ya está! — culminó entusiasmada.

— No creo que sea una buena idea — dijo Valentina —. Es mejor que vayáis vosotros dos solos, no quisiera molestar — hizo hincapié en aquella última frase.

— Bueno, en ese caso, tu primo y yo podríamos buscar algún amigo para ti — sonrió maliciosa.

— ¿Perdón? — preguntó Valentina, confusa y ajena al semblante molesto de Aarón, que había entendido las palabras de su novia antes que ella.

— ¡Venga, Valentina! Eres guapísima. Seguro que en el internado tenías los hombres a tus pies. ¿No?

— La verdad es que era un internado femenino — No quiso mencionar a William.

— Bueno, no importa. Tu belleza no pasa desapercibida. Se notan los genes en común que tenéis Aarón y tú. No será difícil encontrarte un novio. ¡Ya verás! — exclamó entusiasmada nuevamente —. Bueno, es tarde. Aarón, ¿nos vamos a dormir?

Aarón parecía haberse transformado en una estatua de piedra. Sara le sacudió el hombro y él pareció reaccionar. Ella creyó que se trataba de sueño, porque exclamó:

— ¡Si ya te estás durmiendo! — y se echó a reír —. Buenas noches, Valentina.

— Buenas noches — musitó ella.

Entonces, Sara agarró de la mano a Aarón y lo condujo a la habitación que compartían. Ella tardó varios minutos en reaccionar y se dirigió a la habitación de invitados.

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