9/7/18
Cruce de destinos. Capítulo 20
Aarón no dio crédito a lo que pasó cuando llegó a casa tras un duro día de trabajo.
—Ha llegado una carta de tu prima Valentina. No tiene remitente, así que imagino que la habrá dejado en el buzón directamente — comentó indiferente Sara mientras se pintaba las uñas de los pies.
—¿Carta? — preguntó extrañado.
—Sí. ¿Quién escribe cartas hoy en día? Es un poco rara tu prima. Guapa, pero rara.
Aarón no contestó. Algo no iba bien. ¿Por qué escribiría Valentina una carta si vivía allí? A no ser que... Cogió apresurado el sobre, que contenía algún tipo de objeto que formaba relieve en el papel. No pudo quedarse más sorprendido cuando descubrió lo que había en su interior: su copia de las llaves del piso, una nota y un fajo de billetes, el dinero que un día él le prestó. En el blanco papel sólo se leía:
Cruce de destinos. Capítulo 19
Cuando Elena llegó al comedor por la mañana, Sergio y los demás estaban ya desayunando. Sergio no la había despertado antes de irse de la habitación que compartían, pero había preparado cafés y gofres con chocolate para los dos. Marcos y Natalia no estaban. Se preguntó si verdaderamente habían pasado la noche juntos y su intuición le dijo que sí. Irene no paraba de reír y presumir de que se había acostado con alguien aquella noche. Tardó demasiado en comprender que hablaba de Marcos. Eso no podía ser. O Marcos había dejado sola a Natalia en su habitación después de consolarla o Irene estaba mintiendo. Si no mentía, a su amiga se le partiría el corazón.
Comprendió que estaba a punto de descubrirlo cuando vio a Natalia aparecer por la puerta. Se había echado maquillaje para ocultar los moratones pero las hinchazones se notaban todavía.
Cruce de destinos. Capítulo 18
Elena no quería sentirse demasiado fuera de lugar, así que consultó a Sergio y sus amigos si su amiga Natalia también podía apuntarse a las casas rurales. Elena se percató — aunque no era muy difícil — de cómo Marcos, un amigo de Sergio, intentaba flirtear torpemente aunque con éxito con Natalia. Y ella parecía corresponderle por las risas tímidas y las miradas cómplices, ese apartar la mirada y sonrojarse a la mínima de cambio siempre que él andaba cerca.
Pero había un problema no previsto: Irene — una amiga en común de Sergio y Aarón — competía con Natalia por la atención de Marcos. Esto era desconocido para todos, por eso Natalia no se lo esperó cuando Irene, llena de celos, se dispuso a cantarle las cuarenta una noche:
—Aléjate de Marcos.
—Ni hablar. Yo le gusto — dijo decidida.
—¿No vas a ceder ni un ápice? — espetó burlona.
—No.
—Tú lo has querido —dijo con aire amenazador.
Cruce de destinos. Capítulo 17
Las primeras impresiones son importantes. Y a Valentina, la impresión que le dio Alonso, el hermano de Sergio, no fue precisamente buena. Ya tenía una idea preconcebida de él. Había sido capaz de traicionar a su hermano por una mujer cualquiera por un simple revolcón.
Físicamente se parecía a Sergio: era alto, desgarbado, de cabellos dorados y ojos de zafiro. Sin embargo, las ropas eran muy diferentes. Mientras que Sergio vestía ropas oscuras, holgadas, de estampados militares y de bandas de rock, su hermano parecía haber salido de la mismísima Casa Real. Solía calzar zapatos de charol o carísimas zapatillas de deporte de las mejores marcas, así como polos y jerseys que marcaban sus músculos - sin tatuajes - y le hacían parecer un modelo profesional de pasarela. Un tremendo escalofrío la recorrió todo el cuerpo cuando, en un momento dado, él la miró intensamente y le sonrió de forma conquistadora. Ella entendió aquello como un simple instinto de cazador y nada más, no creyó que el asunto pudiera llegar más lejos. Se dio cuenta de lo equivocada que estaba cuando, después de lavarse las manos, al ir a salir del baño, él se lo impidió y la empujó nuevamente hacia dentro, arrinconándola contra la pared.
—Sé que estás con mi hermano. Así que no te pido que te acuestes conmigo, me conformo con un beso — le pidió Hugo.
—No puedo. ¿Estás loco? ¿De qué demonios vas? No te conozco de nada, ni siquiera nos han presentado.
-Me llamo Hugo – dijo él, mostrando una perfecta dentadura.
-Me da igual cómo te llames, sinceramente. No me voy a liar contigo, obviamente.
—¿Por qué? Sergio no se va a enterar.
—Lo sé, pero caería sobre mi conciencia. Porque yo le quiero.
—Por favor — suplicó —. Te haré muy feliz durante unos minutos.
Elena se quedó callada. Quizás creyó que dudaba a su proposición, pero solamente sopesaba las palabras con las que mandarle a la mierda.
—¡Elena! — oyeron gritar a Sergio, antes de que Elena hubiese abierto la boca.
—Tu novio te llama — dijo. Diciendo esto, apartó las manos de la puerta y se alejó para que pudiera irse. Salió del baño y vio a Sergio, que todavía seguía buscándola, Hugo salió tras de ella.
—¿Has estado metido en el baño todo el tiempo con él? No he parado de llamarte y… — su cara se quedó blanca —. ¿Qué habéis estado haciendo los dos ahí? No, mejor no quiero saberlo.
Sergio se separó de Elena. Una idea equivocada se había formado en su cabeza.
—No ha pasado nada. No es lo que crees. Tranquilízate, Sergio. Sólo estábamos hablando — contestó ella con voz temblorosa ante su tono. Vi cómo se le nublaban los ojos.
—Habéis estado todo el maldito rato juntos, metidos ahí...
—Sergio — habló Hugo—. No ha pasado nada, créeme. Yo he encerrado a Elena en el baño. Ha admitido que sólo te desea a ti. Fin de la historia.
Hizo ademán de marcharse, pero cuando estaba a punto de salir por la puerta y exponerse a la luz de las estrellas, se dio media vuelta y dirigiéndose a Sergio, dijo:
—Lo siento mucho.
—¿Por qué? ¿Por haber ido tras mi chica y haberla puesto contra la espada y la pared con el propósito de descubrir si había posibilidades de que me pusiera los cuernos? — espetó duramente. Hugo tardó un minuto en responder:
—Sí, supongo que sí.
—Parece mentira que seas mi hermano. No parece que seas capaz de respetar nuestro parentesco, ni con esas me puedo fiar de ti.
—Lo siento mucho – repitió.
—Sergio, siento que te hayas confundido. Yo jamás sería capaz…
—Perdóname tú por haber dudado de ti — y la abrazó, con mucha fuerza —. Simplemente yo... estoy histérico de que me vuelva a pasar lo mismo. Creo que soy idiota. No debemos dudar el uno del otro. ¡Es ridículo! ¡Nos queremos!
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8/7/18
Virus
Una fábrica abandonada.
No tengo planes de emergencia.
Veo caja apiladas, antiguas.
Una vieja muñeca de trapo.
A eso ha quedado reducido.
Recuerdo las llamas.
Los enfermos vomitando sangre.
La muerte por todos los rincones.
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No tengo planes de emergencia.
Veo caja apiladas, antiguas.
Una vieja muñeca de trapo.
A eso ha quedado reducido.
Recuerdo las llamas.
Los enfermos vomitando sangre.
La muerte por todos los rincones.
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3/7/18
Distancia
Tantas noches sin dormir,
tantos nervios,
tantas lagrimas por la desesperación,
la impotencia de aquella distancia,
que le gustaría acortar.
Tantas noches en vela pensando en sus besos
en sus caricias
sus palabras
sus promesas.
Tantos kilometros de por medio.
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tantos nervios,
tantas lagrimas por la desesperación,
la impotencia de aquella distancia,
que le gustaría acortar.
Tantas noches en vela pensando en sus besos
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sus palabras
sus promesas.
Tantos kilometros de por medio.
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