Su felicidad estaba a la vuelta de la esquina. Qué lástima quedarse parada por miedo a la incertidumbre de no saber qué se hallaba en la siguiente calle.
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29/11/18
22/11/18
Cualquier otra parte
Érase una vez.
Una chica.
Un lugar desconocido.
Un destino.
Ella jamás había oído hablar de aquellas extrañas y lejanas tierras.
Sin embargo, aquel sitio parecía tener su nombre escrito.
Una magia llenaba sus calles.
Como si hubiera sido creado para ella.
Allí podía ser ella misma.
Sin preocupaciones.
Sin miedos.
Una chica.
Un lugar desconocido.
Un destino.
Ella jamás había oído hablar de aquellas extrañas y lejanas tierras.
Sin embargo, aquel sitio parecía tener su nombre escrito.
Una magia llenaba sus calles.
Como si hubiera sido creado para ella.
Allí podía ser ella misma.
Sin preocupaciones.
Sin miedos.
15/11/18
Cantos de sirena
¿No lo sientes?
¿No sientes esa llamada?
Agudiza el oído un poco más.
Son las sirenas.
Su hipnótico canto,
Que te reclama.
Que te pide adentrarte en las profundidades del mar.
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¿No sientes esa llamada?
Agudiza el oído un poco más.
Son las sirenas.
Su hipnótico canto,
Que te reclama.
Que te pide adentrarte en las profundidades del mar.
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8/11/18
Encuentro breve y casual
A veces un encuentro breve y casual da para mucho. una persona desconocida puede volverse tu aliado contra la tristeza, la rutina o simplemente el aburrimiento. Esa persona seguramente crea que la vas a olvidar. porque ni siquiera te ha dicho su nombre o quizás ha sentido lo mismo que tú. No sabe el mal trago que te ha ahorrado o ese olvido momentáneo de esos problemas que van a seguir ahí esperando a ser solucionarlos. Pero que ha hecho que los olvides por unos instantes y apartes tu agobio a un lado por unos instantes.
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1/11/18
Quiero, quiero, quiero
Quiero hablar.
Estoy hablando.
Veo embobada a mi nieta, de apenas unos añitos, poniendo caras extrañas.
Creo que no me entiende.
Igual es porque es demasiado pequeña.
<<Repite, abuela>>
<<Vocaliza, abre más la boca, habla más fuerte>>
Siento enorme impotencia y frustración. ¿Me está pidiendo que abra más la boca? Imposible. Hago un esfuerzo. Otro más. Doy órdenes a mi cerebro. Quiero que mis labios se abran mucho y que, moviendo la lengua de forma correspondiente, pueda emitir los sonidos que deseo para crear las palabras que yo quiero".
Ha funcionado.
O eso creo.
Pero nada.
Mi nieta sigue sin entenderme.
Otro tanto de lo mismo con el resto de la familia.
Nadie me entiende.
Al principio se esfuerzan por comprenderme.
Al cabo de unos minutos se cansan de esforzarse y siguen con sus quehaceres.
Yo sigo esforzándome.
No puedo rendirme.
Quiero levantarme.
Pero mi cuerpo está entumecido.
No me responde.
¡Piernas, responderme!
Nada.
Un leve temblor.
Cuanto más me esfuerzo, más me tiembla el cuerpo.
Una mano me ayuda.
Es mi hijo.
<<Esfuérzate, mamá.>>
<<Un poco más>>
Lo intento.
Me esfuerzo.
Dios mío si lo intento.
Me levanto un poco, pero me cuesta mantenerme en pie.
Me caigo sin remedio sobre el sofá de nuevo.
Escucho gruñidos y quejas y no entiendo porqué.
<<Esfuérzate, mamá.>>
No sé cómo lo consigo.
Pero reúno mil y un fuerzas, ¡vete tú a saber de dónde!
Me levanto con ayuda de dos pares de brazos que me sujetan.
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Estoy hablando.
Veo embobada a mi nieta, de apenas unos añitos, poniendo caras extrañas.
Creo que no me entiende.
Igual es porque es demasiado pequeña.
<<Repite, abuela>>
<<Vocaliza, abre más la boca, habla más fuerte>>
Siento enorme impotencia y frustración. ¿Me está pidiendo que abra más la boca? Imposible. Hago un esfuerzo. Otro más. Doy órdenes a mi cerebro. Quiero que mis labios se abran mucho y que, moviendo la lengua de forma correspondiente, pueda emitir los sonidos que deseo para crear las palabras que yo quiero".
Ha funcionado.
O eso creo.
Pero nada.
Mi nieta sigue sin entenderme.
Otro tanto de lo mismo con el resto de la familia.
Nadie me entiende.
Al principio se esfuerzan por comprenderme.
Al cabo de unos minutos se cansan de esforzarse y siguen con sus quehaceres.
Yo sigo esforzándome.
No puedo rendirme.
Quiero levantarme.
Pero mi cuerpo está entumecido.
No me responde.
¡Piernas, responderme!
Nada.
Un leve temblor.
Cuanto más me esfuerzo, más me tiembla el cuerpo.
Una mano me ayuda.
Es mi hijo.
<<Esfuérzate, mamá.>>
<<Un poco más>>
Lo intento.
Me esfuerzo.
Dios mío si lo intento.
Me levanto un poco, pero me cuesta mantenerme en pie.
Me caigo sin remedio sobre el sofá de nuevo.
Escucho gruñidos y quejas y no entiendo porqué.
<<Esfuérzate, mamá.>>
No sé cómo lo consigo.
Pero reúno mil y un fuerzas, ¡vete tú a saber de dónde!
Me levanto con ayuda de dos pares de brazos que me sujetan.
Quiero agua.
Quiero ir al baño.
Quiero comer.
Quiero irme a la cama.
Quiero que la gente me entienda.
Quiero un caramelo.
Quiero que mi pequeña nieta me sonría.
Es la más inocente de todos.
Porque es la más pequeña.
Cada vez que me sonríe, yo sonrío.
Estoy cansada de esforzarme.
La gente no quiere que duerma.
Quieren que me mantenga activa y despierta.
Y yo simplemente estoy cansada.
Cansada de esforzarme.
Tengo derecho a descansar un rato.
Voy a dormir.
Me lo he ganado.
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27/10/18
Beatriz y Pablo
Beatriz se sintió desplazada. Estaba celosa; celosa de no poder ser ella. La "otra" era guapa, rubia, de ojos azules, impresionante y despampanante. Sabía cuándo sobraba, el final de su corta historia de amor había llegado a su fin. Beatriz no dijo nada. Se limitó a darse media vuelta y marcharse. No podía quedarse contemplando toda aquella felicidad de la que no podía ser partícipe. Justo en aquel instante le miró como si ya la hubiese dejado, como si Pablo ya no fuera su novio. Lo miró por última vez, echándolo de menos.
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18/10/18
Paraíso
El pasaje entre sus piernas es un paraíso.
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6/10/18
La historia de Jonathan y Anabel - Capítulo 2
En la actualidad...
Jonathan era un chico normal que no se sentía cómodo fuera de su zona de confort. Su rutina consistía del trabajo a casa y de casa al trabajo los días de diario y sólo se permitía muy poca libertad los fines de semana cuando salía de fiesta con sus amigos. A la hora del almuerzo, en su media hora libre del trabajo, siempre iba a la misma cafetería, lo atendía la misma camarera y siempre se pedía el mismo desayuno: un café con leche con dos sobrecitos de azúcar y una tostada con mantequilla y mermelada de fresa. Nunca de melocotón, al que era alérgico, y que siempre lo tenía que rechazar cuando no les quedaba de fresa.
Pero ese día algo cambió.
2/10/18
Veneno y fuego
El veneno de sus labios era como una droga para ella. Sus besos eran adictivos, como un néctar que se extendía por toda su boca, mezclándose con su saliva, quemándose la garganta como un fuego abrasador.
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28/9/18
La historia de Jonathan y Anabel - Capítulo 1
Hace un tiempo...
Allí se encontraba él.
Hecho un manojo de nervios y esperando con el corazón en un puño. Sólo hacía unas horas que estaban separados, pero la añoraba ya. Ni siquiera en sueños, había podido olvidar aquellos ojos azules como dos zafiros, esas casi imperceptibles pecas que daban a su rostro un aspecto aniñado. Echaba de menos el perfume que emanaba de sus cabellos rizados y sedosos.
Le había enviado una carta, aun corriendo el riesgo de que sus padres la interceptaran.
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21/9/18
Como dos imanes
Él estaba apoyado contra la puerta de manera informal, con los brazos en jarras y las piernas algo separadas, soportando todo su peso sobre la parte derecha de su cadera. Ella se quedó de pie donde estaba, con una blusa todavía entre sus manos. Ya terminaría de hacer la maleta y largarse en cuanto finalizara la conversación pendiente que tenía con él. Pero extrañamente, necesitaba avanzar más, como un imán que la impulsaba a acercarse a él. Sin embargo, se quedó petrificada, sintió que no podía, como si entre ambos imanes existiera un muro de fuerza invisible. Él le indicó con una mano que se acercara a él, pero se limitó a negar con la cabeza gacha, mirando fijamente a un punto en la moqueta del suelo. Así que, fue él el que se acercó a ella. Conforme se acercaba, ella sintió sus músculos contraerse más y más y su corazón latir a un ritmo casi frenético y enfermizo.
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17/9/18
Nada más
Te quiero más que a nada. No tienes ni idea de lo que me duele verte delante de mí, con mi mano en la tuya y sabiendo que nunca podrás ser mía. Veo tu cara de decepción y sé que te he perdido.
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11/9/18
Ángela y Aitor
Ángela no podía más. Llevaba muchos días callando y tenía mucho que decir.
— ¿Se puede saber qué demonios he hecho para que estés así conmigo? Estoy harta de tus cambios de humor. O bien rebosas simpatía o no me diriges la palabra y ni me miras siquiera. Si he hecho algo... o he dicho algo que te haya molestado, sólo dímelo. No quiero perder nuestra amistad.
Aitor no contesta.
— Lo siento — pidió ella.
— ¿Que lo sientes? ¿No dices que no sabes qué me pasa?
— ¿Se puede saber qué demonios he hecho para que estés así conmigo? Estoy harta de tus cambios de humor. O bien rebosas simpatía o no me diriges la palabra y ni me miras siquiera. Si he hecho algo... o he dicho algo que te haya molestado, sólo dímelo. No quiero perder nuestra amistad.
Aitor no contesta.
— Lo siento — pidió ella.
— ¿Que lo sientes? ¿No dices que no sabes qué me pasa?
4/9/18
Un recuerdo muy presente - Capítulo 3 [Final]
Llegó a la habitación e hizo su maleta. Le dolía el alma, le costaría recobrarse de aquello. Oyó cómo alguien tocaba a la puerta y entraba. Se dio la vuelta para enfrentarse a Javier...y se encontró a la bella Andrea.
- Lo siento, Cristina.
- ¿Qué derecho tienes a hablarme? Déjame tranquila. Recupera lo que siempre ha sido tuyo y ya está. Sólo vengo a recoger mis cosas e irme.
- Ninguno. Mira, no te preocupes, no voy a arrebatártelo.
- Ya lo has hecho. Siempre lo has hecho, incluso antes de aparecer. Está enamorado de ti, lo he visto. Siempre has sido tú. Cuando te ha visto, le ha aparecido un brillo especial en sus ojos y una sonrisa deslumbrante se pintó en su cara.
- No, te amo a ti - escuchó Cristina decir a Javier, mientras entraba en la habitación.
- Os dejaré solos - susurró Andrea.
-Cristina, no sé qué sentí en el momento en que vi a Andrea. ¡Te lo juro! ¡Maldita sea! Creí que jamás la vería. He sentido mi corazón dividido en un momento. La tenía idealizada; me he dado cuenta de que mi amor por ella ha ido disminuyendo con el tiempo. Hace poco que te conozco, pero estoy muy ilusionado contigo. Sé que te ha dolido, pero lo de besarla ha sido sólo un impulso.
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- Lo siento, Cristina.
- ¿Qué derecho tienes a hablarme? Déjame tranquila. Recupera lo que siempre ha sido tuyo y ya está. Sólo vengo a recoger mis cosas e irme.
- Ninguno. Mira, no te preocupes, no voy a arrebatártelo.
- Ya lo has hecho. Siempre lo has hecho, incluso antes de aparecer. Está enamorado de ti, lo he visto. Siempre has sido tú. Cuando te ha visto, le ha aparecido un brillo especial en sus ojos y una sonrisa deslumbrante se pintó en su cara.
- No, te amo a ti - escuchó Cristina decir a Javier, mientras entraba en la habitación.
- Os dejaré solos - susurró Andrea.
-Cristina, no sé qué sentí en el momento en que vi a Andrea. ¡Te lo juro! ¡Maldita sea! Creí que jamás la vería. He sentido mi corazón dividido en un momento. La tenía idealizada; me he dado cuenta de que mi amor por ella ha ido disminuyendo con el tiempo. Hace poco que te conozco, pero estoy muy ilusionado contigo. Sé que te ha dolido, pero lo de besarla ha sido sólo un impulso.
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28/8/18
Un recuerdo muy presente - Capítulo 2
Cristina se sintió aturdida y dolorida - aunque eso era quedarse corto - cuando vio a Javier besar a Andrea, la novia que le habían arrebatado hacía años. Cristina se acercó a la playa con los ojos abnegados en lágrimas. El atardecer estaba precioso con el sol poniente. El cielo parecía pintado como un lienzo, en colores anaranjados, con una débil chispa amarillenta de los rayos del sol escondiéndose y una gran mancha de color oscuro amenazaba con tapar todo aquello de negro, preparándolo para la llegada de la luna.
Aquel paisaje no era digno de contemplar en solitario. Había temido que Andrea apareciera de nuevo, a pesar de ser una posibilidad remota. Le había costado un par de año conseguir una pizca de felicidad. Qué injusta es la vida. Pero seguro que Andrea y Javier pensaban lo mismo.
Se sentó en la arena, sola, y abrió el bolso donde llevaba una foto de él. Anticipó lo que ocurriría a continuación y supo que era inevitable. Sus lágrimas volvieron a aflorar, saliendo a la superficie. Su cara quedó completamente empapada. Era deprimente. Se sintió patética, estúpida, tonta, idiota, ridícula...Se había enamorado de un hombre cuyo corazón no le pertenecía, y que había estado a infinitos kilómetros de distancia.
—¿Estás bien? — Cristina se dio la vuelta, esperanzada. Enseguida se desilusionó. Era una chica pelirroja, con el pelo corto, a la que nunca había visto. Llevaba pantalones cortos, un body negro y sandalias con lazos.
—Eh...sí — balbuceó Cristina.
—Mi nombre es Teresa. ¿Te encuentras bien? ¿Te ha pasado algo? — parecía preocupada. Seguramente oyó su respiración entrecortada y eso la alteró. Que sus ojos derramaran lágrimas no era de mucha ayuda.
—Estoy bien — se sentó al lado de Cristina —. Por cierto, yo me llamo Cristina.
—Encantada. Todas estas lágrimas son...¿por un chico? — Se lo preguntó en un tono muy confidencia. Cristina miró a Teresa fijamente — Si es por eso, te entiendo. A mí me dejaron hace poco.
—Lo siento por ella.
—No te preocupes. Lo estoy superando...creo.
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Aquel paisaje no era digno de contemplar en solitario. Había temido que Andrea apareciera de nuevo, a pesar de ser una posibilidad remota. Le había costado un par de año conseguir una pizca de felicidad. Qué injusta es la vida. Pero seguro que Andrea y Javier pensaban lo mismo.
Se sentó en la arena, sola, y abrió el bolso donde llevaba una foto de él. Anticipó lo que ocurriría a continuación y supo que era inevitable. Sus lágrimas volvieron a aflorar, saliendo a la superficie. Su cara quedó completamente empapada. Era deprimente. Se sintió patética, estúpida, tonta, idiota, ridícula...Se había enamorado de un hombre cuyo corazón no le pertenecía, y que había estado a infinitos kilómetros de distancia.
—¿Estás bien? — Cristina se dio la vuelta, esperanzada. Enseguida se desilusionó. Era una chica pelirroja, con el pelo corto, a la que nunca había visto. Llevaba pantalones cortos, un body negro y sandalias con lazos.
—Eh...sí — balbuceó Cristina.
—Mi nombre es Teresa. ¿Te encuentras bien? ¿Te ha pasado algo? — parecía preocupada. Seguramente oyó su respiración entrecortada y eso la alteró. Que sus ojos derramaran lágrimas no era de mucha ayuda.
—Estoy bien — se sentó al lado de Cristina —. Por cierto, yo me llamo Cristina.
—Encantada. Todas estas lágrimas son...¿por un chico? — Se lo preguntó en un tono muy confidencia. Cristina miró a Teresa fijamente — Si es por eso, te entiendo. A mí me dejaron hace poco.
—Lo siento por ella.
—No te preocupes. Lo estoy superando...creo.
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21/8/18
Un recuerdo muy presente - Capítulo 1
No había día que Javier no pensase en Andrea. Todavía recordaba con claridad como el padre de ella llamaba furioso a la puerta de su casa y se la arrebató de entre sus brazos. Como enrojeció de ira cuando, al verla desnuda, tapada únicamente con una fina sábana, plasmó la enorme palma de su mano en la cara de ella. Y también recordaba como, entre lágrimas, su padre la obligó a soltarse de su mano. Hace ya tres años que Javier no sabe nada de ella desde que su padre se la llevó a otro país. Javier no podía esperarla eternamente. Había perdido toda esperanza de volver a verla. Porque no sabría ni cómo empezar. Le costaría enamorarse porque siempre tendría esa espinita. Por eso salta de la cama de una mujer a otra. Ha fantaseado con que esas mujeres eran Andrea. Él piensa que es patético. También ha soñado en numerosas ocasiones a que apareciese por la puerta, con sus cabellos rubios y sus ojos resplandecientes. Y pensar que si allí donde estuviera y la hubiese llevado su padre, ella se habría olvidado de él o no. Si ha entregado su belleza a otro hombre o, como él, su rostro está en sus pensamientos a diario.
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15/8/18
Cerebro versus Corazón
Ella decidió lanzarse al vacío.
Bueno, realmente no lo decidió. Simplemente no pensó nada. Se dejó llevar por su corazón y apagó la voz de la razón que le gritaba en su cabeza que estaba cometiendo una locura, pero no supo lo que le decía.
Pero él se quedó de piedra. Y supo que tendría que haber escuchado a su cerebro. Se había precipitado.
<<Lo siento si te has sentido incómodo por mi culpa... yo no quería eso. Es que yo...me confundí, estábamos tan bien que yo... yo creí que...>>
<<Creías bien>>
Y él le devolvió el beso.
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Bueno, realmente no lo decidió. Simplemente no pensó nada. Se dejó llevar por su corazón y apagó la voz de la razón que le gritaba en su cabeza que estaba cometiendo una locura, pero no supo lo que le decía.
Pero él se quedó de piedra. Y supo que tendría que haber escuchado a su cerebro. Se había precipitado.
<<Lo siento si te has sentido incómodo por mi culpa... yo no quería eso. Es que yo...me confundí, estábamos tan bien que yo... yo creí que...>>
<<Creías bien>>
Y él le devolvió el beso.
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9/8/18
Puzle incompleto
Solo tengo en mi cabeza piezas sueltas del puzle. y las pocas que tengo no parece que encajen con las demás.
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1/8/18
Muerte a la carta
Solo porque te quiero, te voy a dar la opción de que elijas como quieres que te mate: cortándote en rodajas, en cuadraditos o en lonchas.
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9/7/18
Cruce de destinos. Capítulo 20
Aarón no dio crédito a lo que pasó cuando llegó a casa tras un duro día de trabajo.
—Ha llegado una carta de tu prima Valentina. No tiene remitente, así que imagino que la habrá dejado en el buzón directamente — comentó indiferente Sara mientras se pintaba las uñas de los pies.
—¿Carta? — preguntó extrañado.
—Sí. ¿Quién escribe cartas hoy en día? Es un poco rara tu prima. Guapa, pero rara.
Aarón no contestó. Algo no iba bien. ¿Por qué escribiría Valentina una carta si vivía allí? A no ser que... Cogió apresurado el sobre, que contenía algún tipo de objeto que formaba relieve en el papel. No pudo quedarse más sorprendido cuando descubrió lo que había en su interior: su copia de las llaves del piso, una nota y un fajo de billetes, el dinero que un día él le prestó. En el blanco papel sólo se leía:
Cruce de destinos. Capítulo 19
Cuando Elena llegó al comedor por la mañana, Sergio y los demás estaban ya desayunando. Sergio no la había despertado antes de irse de la habitación que compartían, pero había preparado cafés y gofres con chocolate para los dos. Marcos y Natalia no estaban. Se preguntó si verdaderamente habían pasado la noche juntos y su intuición le dijo que sí. Irene no paraba de reír y presumir de que se había acostado con alguien aquella noche. Tardó demasiado en comprender que hablaba de Marcos. Eso no podía ser. O Marcos había dejado sola a Natalia en su habitación después de consolarla o Irene estaba mintiendo. Si no mentía, a su amiga se le partiría el corazón.
Comprendió que estaba a punto de descubrirlo cuando vio a Natalia aparecer por la puerta. Se había echado maquillaje para ocultar los moratones pero las hinchazones se notaban todavía.
Cruce de destinos. Capítulo 18
Elena no quería sentirse demasiado fuera de lugar, así que consultó a Sergio y sus amigos si su amiga Natalia también podía apuntarse a las casas rurales. Elena se percató — aunque no era muy difícil — de cómo Marcos, un amigo de Sergio, intentaba flirtear torpemente aunque con éxito con Natalia. Y ella parecía corresponderle por las risas tímidas y las miradas cómplices, ese apartar la mirada y sonrojarse a la mínima de cambio siempre que él andaba cerca.
Pero había un problema no previsto: Irene — una amiga en común de Sergio y Aarón — competía con Natalia por la atención de Marcos. Esto era desconocido para todos, por eso Natalia no se lo esperó cuando Irene, llena de celos, se dispuso a cantarle las cuarenta una noche:
—Aléjate de Marcos.
—Ni hablar. Yo le gusto — dijo decidida.
—¿No vas a ceder ni un ápice? — espetó burlona.
—No.
—Tú lo has querido —dijo con aire amenazador.
Cruce de destinos. Capítulo 17
Las primeras impresiones son importantes. Y a Valentina, la impresión que le dio Alonso, el hermano de Sergio, no fue precisamente buena. Ya tenía una idea preconcebida de él. Había sido capaz de traicionar a su hermano por una mujer cualquiera por un simple revolcón.
Físicamente se parecía a Sergio: era alto, desgarbado, de cabellos dorados y ojos de zafiro. Sin embargo, las ropas eran muy diferentes. Mientras que Sergio vestía ropas oscuras, holgadas, de estampados militares y de bandas de rock, su hermano parecía haber salido de la mismísima Casa Real. Solía calzar zapatos de charol o carísimas zapatillas de deporte de las mejores marcas, así como polos y jerseys que marcaban sus músculos - sin tatuajes - y le hacían parecer un modelo profesional de pasarela. Un tremendo escalofrío la recorrió todo el cuerpo cuando, en un momento dado, él la miró intensamente y le sonrió de forma conquistadora. Ella entendió aquello como un simple instinto de cazador y nada más, no creyó que el asunto pudiera llegar más lejos. Se dio cuenta de lo equivocada que estaba cuando, después de lavarse las manos, al ir a salir del baño, él se lo impidió y la empujó nuevamente hacia dentro, arrinconándola contra la pared.
—Sé que estás con mi hermano. Así que no te pido que te acuestes conmigo, me conformo con un beso — le pidió Hugo.
—No puedo. ¿Estás loco? ¿De qué demonios vas? No te conozco de nada, ni siquiera nos han presentado.
-Me llamo Hugo – dijo él, mostrando una perfecta dentadura.
-Me da igual cómo te llames, sinceramente. No me voy a liar contigo, obviamente.
—¿Por qué? Sergio no se va a enterar.
—Lo sé, pero caería sobre mi conciencia. Porque yo le quiero.
—Por favor — suplicó —. Te haré muy feliz durante unos minutos.
Elena se quedó callada. Quizás creyó que dudaba a su proposición, pero solamente sopesaba las palabras con las que mandarle a la mierda.
—¡Elena! — oyeron gritar a Sergio, antes de que Elena hubiese abierto la boca.
—Tu novio te llama — dijo. Diciendo esto, apartó las manos de la puerta y se alejó para que pudiera irse. Salió del baño y vio a Sergio, que todavía seguía buscándola, Hugo salió tras de ella.
—¿Has estado metido en el baño todo el tiempo con él? No he parado de llamarte y… — su cara se quedó blanca —. ¿Qué habéis estado haciendo los dos ahí? No, mejor no quiero saberlo.
Sergio se separó de Elena. Una idea equivocada se había formado en su cabeza.
—No ha pasado nada. No es lo que crees. Tranquilízate, Sergio. Sólo estábamos hablando — contestó ella con voz temblorosa ante su tono. Vi cómo se le nublaban los ojos.
—Habéis estado todo el maldito rato juntos, metidos ahí...
—Sergio — habló Hugo—. No ha pasado nada, créeme. Yo he encerrado a Elena en el baño. Ha admitido que sólo te desea a ti. Fin de la historia.
Hizo ademán de marcharse, pero cuando estaba a punto de salir por la puerta y exponerse a la luz de las estrellas, se dio media vuelta y dirigiéndose a Sergio, dijo:
—Lo siento mucho.
—¿Por qué? ¿Por haber ido tras mi chica y haberla puesto contra la espada y la pared con el propósito de descubrir si había posibilidades de que me pusiera los cuernos? — espetó duramente. Hugo tardó un minuto en responder:
—Sí, supongo que sí.
—Parece mentira que seas mi hermano. No parece que seas capaz de respetar nuestro parentesco, ni con esas me puedo fiar de ti.
—Lo siento mucho – repitió.
—Sergio, siento que te hayas confundido. Yo jamás sería capaz…
—Perdóname tú por haber dudado de ti — y la abrazó, con mucha fuerza —. Simplemente yo... estoy histérico de que me vuelva a pasar lo mismo. Creo que soy idiota. No debemos dudar el uno del otro. ¡Es ridículo! ¡Nos queremos!
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8/7/18
Virus
Una fábrica abandonada.
No tengo planes de emergencia.
Veo caja apiladas, antiguas.
Una vieja muñeca de trapo.
A eso ha quedado reducido.
Recuerdo las llamas.
Los enfermos vomitando sangre.
La muerte por todos los rincones.
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No tengo planes de emergencia.
Veo caja apiladas, antiguas.
Una vieja muñeca de trapo.
A eso ha quedado reducido.
Recuerdo las llamas.
Los enfermos vomitando sangre.
La muerte por todos los rincones.
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3/7/18
Distancia
Tantas noches sin dormir,
tantos nervios,
tantas lagrimas por la desesperación,
la impotencia de aquella distancia,
que le gustaría acortar.
Tantas noches en vela pensando en sus besos
en sus caricias
sus palabras
sus promesas.
Tantos kilometros de por medio.
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tantos nervios,
tantas lagrimas por la desesperación,
la impotencia de aquella distancia,
que le gustaría acortar.
Tantas noches en vela pensando en sus besos
en sus caricias
sus palabras
sus promesas.
Tantos kilometros de por medio.
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